Queridos amigos, hoy vuelvo a escribir, por primera vez en mucho tiempo, para relatar algo sorprendente: Los reencuentros que he tenido y tengo en mi camino.
Me he reencontrado con amigas con las que había perdido el contacto hace muchos años, y me gustaría mucho contarlo.
Con una de ellas me reencontré un 2 de diciembre, en la iglesia del Monasterio de las Clarisas Capuchinas de Murcia, donde fui por primera vez para ver y agradecer, por un favor concedido, a María Ángela Astorch, Madre fundadora de los conventos de Clarisas Capuchinas de Zaragoza y Murcia; una mística a la que muchos murcianos veneran por ser muy milagrosa, y cuyo cuerpo se encuentra incorrupto en la iglesia de este monasterio.
Aquel 2 de diciembre la iglesia estaba abarrotada de gente, casi ni se podía entrar, ya que ese día celebraban la memoria de su fallecimiento.
Por increíble que me pareciera, había un sitio vacío en un banco. Ahí me senté a escuchar la misa en honor a esta religiosa.
Llegó el momento de dar la paz y cuando me giré para dársela a la persona que tenía a mi lado, resultó ser una amiga que conocí hace aproximadamente 15 años en un curso maravilloso de Crecimiento Personal que se realizó en Guardamar del Segura, con la que me escribía años atrás y que, precisamente, fue la primera que me regaló un librito con información de esta religiosa.
Ese librito lo conservaba, pero no recordaba que ella me lo había regalado cuando nos despedimos en aquel curso.
Curiosamente, la vida, Dios o lo que quiera que haya sido, me puso en el camino de agradecer a esa religiosa que mi padre haya sobrevivido a dos tumores. Y es que, hace menos años, mi hermana mayor me dio una estampa con una reliquia de esta mística, que está beatificada desde los 80. Ella la visitó una vez de casualidad y me trajo aquella reliquia.
Cuando vi aquella imagen me sonaba de algo, pero no recordaba por qué; entonces, cuando me reencontré con mi amiga en la iglesia fue cuando me di cuenta.
Ella ya tenía otra hija, que se llama Ángela, como la religiosa, imagino que le puso su nombre en agradecimiento por haberle concedido su nacimiento.
La verdad es que me quedé muy sorprendida por aquel reencuentro.
Cuando volví a casa busqué ese librito que aún guardaba, recordé quién era aquella amiga y por qué me sonaba tanto esta religiosa.
Ahora mi amiga y yo nos hemos encontrado en las redes sociales, lo cual agradezco y espero no perder el contacto.
El otro reencuentro sorprendente ha sido con una amiga con la que dejé de hablarme hace más de 20 años, (allá por el año 1995), que conocí por entonces en un grupo cristiano que venía a ser como la catequesis de los universitarios, «La Pastoral Universitaria», que no sé si seguirá existiendo, y del que guardo muy buenos recuerdos de reuniones y convivencias.
Con esta amiga, que hace tan sólo unos días encontré por la pura «¿casualidad?» de haber coincidido con ella en una academia de inglés, estoy volviendo a retomar una amistad que, por entonces no acabó bien.
Lo más sorprendente es que resulta que la tengo de vecina en el bloque de enfrente desde hace casi un año y ni me había percatado!! Vamos, que ahora nos vemos por la terraza!!
Después de tantos años, hablando un poco de cómo estamos y, de momento de nuestras vidas, nos vemos ahora ya casadas, con hijos casi de la misma edad, y se hace tan extraño…, porque, por aquel entonces, no teníamos ni móvil, ni conocíamos las redes sociales aún…, nos bastaba y sobraba con quedar para charlar tomando un café y en aquellas convivencias con el grupo.
Nos perdimos mucho de la vida de cada una, hemos «crecido», y nos hemos, más o menos realizado por senderos, no muy diferentes.
Aunque me asusté un poco con este encuentro, reconozco que tengo mucho que agradecer, porque, curiosamente ambas amigas están relacionadas, de algún modo con la fe cristiana, con la psicología y con las enseñanzas de Louise Hay.
De hecho, gracias a la segunda, pude conocer a un buen psicólogo humanista que fue quien me recomendó leer los libros de esta autora.
Creo que la vida, el universo, Dios, (o la intercesión de él por medio de Ángela Astorch), aquel psicólogo, (Salvador G.), Louise Hay, mi propia intuición o quizás la intuición de mis amigas… me han dado la posibilidad de volver a encontrarme con ellas. Quién sabe…
Lo mismo me ha pasado al reencontrarme, gracias a las redes sociales, y desde hace poco tiempo, con amig@s de mi infancia, a muchos de ellos hace más de 30 años que no les veo, y todavía queda pendiente una quedada por nuestro Madrid.
Cuando veo que pasan estas cosas y después leo por las redes algunas frases, se me hacen verdaderamente reveladoras estas experiencias; y me pregunto si estas cosas ocurren sólo por casualidad o por algún motivo. 💞
Muy bueno y repetir las entregas
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